Ikigai

Para mi sobrino preferido siempre estoy despierto.

Ikigai, así lo llaman los japoneses. No se puede traducir en una sola palabra, pero quiere decir algo muy sencillo: tener un objetivo en la vida. Una pasión. Un motor que te impulse, que te mueva, que te tire para adelante. Hay gente que pasa toda la vida sin descubrir su ikigai.

Yo amaba el olor al café cuando uno entraba, la calidez del lugar, la espuma que desbordaba la taza,

Después de lo de ayer, no me importa. Porque seremos lo que somos, pero también podemos ser otra cosa y yo quiero ser esa otra cosa, ¿entendés?

Ahí estaba Pía y ahí estaba yo, con nuestros vacíos a cuestas, entendiendo que cero más cero no siempre da cero, que aún en la noche más oscura se mueven sombras solitarias que buscan un poco de calor.

Historias que nos ayudan a entender que la única forma de no olvidar es haber amado sin prejuicios ni reproches.

La vida está hecha de ausencias. Hay algunas que se hacen más pequeñas con el tiempo, que se dejan atrás, que se olvidan.

quería, no podía, vivir en un mundo donde uno no puede equivocarse.

cuando uno pisotea el ikigai de alguien, sin darse cuenta, está también pisoteando su espíritu.

Hay distancias que a veces se hacen demasiado largas; llega un momento en el que no hay tiempo, o ganas, de desandarlas.