Rendido totalmente

Lo que somos en lo secreto, lo que somos en la búsqueda de Dios, lo que somos en nuestro hogar, lo que somos en nuestra vida íntima, lo que somos donde nadie nos ve, esa es la clase de persona que en realidad somos.

ESTA ACTITUD DE NAAMÁN ES LA QUE LO COMENZARÍA A diferenciar de los demás. Se atrevió a hacer algo que los otros nunca habían hecho antes.

Debemos tener un motivo para vivir, un motivo para crecer, un motivo para seguir adelante.

El ocultamiento, las apariencias, la hipocresía solo conseguirán dilatar el sufrimiento de manera tal que la «enfermedad» seguirá avanzando hasta que se haga aún más evidente.

«ocultismo», que significa también «prácticas ocultas».

Algunos cristianos creen que lo que hacen o practican en lo «oculto» no les afectará. Por ello yo quisiera que nos preguntásemos: ¿quién reina en lo oculto? ¿Es Dios? Y si no es Dios, ¿a merced de quién se expone la persona que oculta su debilidad? ¿Qué reino es el que se manifiesta, el de la luz o el de las tinieblas?

2 Reyes, capítulo 5.

Naamán, hombre reconocido, valeroso y sabio, había sabido marcar diferencias … pero era leproso. Como capitán del ejército de Siria, era un hombre muy exitoso. Aun en su casa, sus vecinos y el pueblo que lo rodeaban daban buen testimonio de él. Sus superiores no podían reprocharle nada, antes bien lo halagaban. Sin embargo, pese al reconocimiento, al éxito aparente, este hombre estaba enfermo y necesitado. Nada de aquello había podido impedir que la enfermedad lo atacara y comenzara lentamente a destruirlo.

Los levitas —descendientes de Leví— tenían una condición muy particular: eran los que no recibían herencia en tierra, sino que su función era cuidar el templo, el fuego, el altar de Dios. Eran de la raíz y de la genealogía de los sacerdotes. El libro de Deuteronomio, en el capítulo 10, versículos 8-9, nos lo describe: «En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad contra sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo».
Tú eres un levita. Los levitas eran los que estaban consagrados, los que no recibieron herencia terrenal, pero que sí recibieron algo mucho más importante y especial: el privilegio de llevar el arca de Dios.
El arca representa la presencia de Dios. Tú eres el que lleva el arca. Eres el que lleva la presencia de Dios a tu casa, al trabajo, al estudio, a la iglesia … Va contigo a todo lugar a donde vayas.
Por eso, los que te rodean, al verte no te entienden, te ven diferente, distinto, especial, no saben cómo describirlo: se trata de la presencia de Dios, que va contigo a todo lugar.
Tú puedes recibir y ver la gloria de Dios. La sanidad, el gozo, la victoria … ¡qué glorioso!
Pero justamente es por eso que resulta tan pecaminoso cuando un cristiano juega con esa gloria, porque entonces se endurece y cae

Consagración es la acción diaria de presentarse a Dios.

Es una decisión, una acción consciente de decirle sí a Dios y saber que eso implica ser consagrado, santificado, entregado.
Naamán tuvo que pagar un precio por su sanidad. No fue dinero, sino su corazón.
Es pagar el costo de vivir en un mundo que va contramano con respecto a las cosas espirituales, a las verdades de Dios.

¡Cuidar el altar es tu deber! Este debe arder continuamente y no apagarse nunca.
El mayor desafío no es encender el fuego, sino mantenerlo encendido.
El enemigo querrá destruir la