La mala del cuento

porque el enojo puede ser frío y quemar igual que cuando la ira está caliente

—Y también te quería decir que yo también la extraño.
Eso me desarmó. Porque el mal comportamiento se derrite, como un chocolate, cuando aparece un poco de comprensión.

¿A dónde se fue la risa de mamá? ¿Por qué no pude guardarla en una cajita?

“No te puedo decir que te quiero”, me dijo, “todavía no. Pero puedo decirte que me importas. Y me importas porque yo tengo un hijo. De algún modo extraño, a los que somos padres nos importan más los niños, sean nuestros hijos o no. Eso sólo sucede cuando eres padre de alguien.”

Ese fue el primer día triste de mi vida. Habría días distintos, pero ninguno como aquél. Después de esa tristeza, otras tristezas no serían iguales.

Es una mujer maravillosa. Logró que me recuperara de la pérdida de Ana. A ella no la olvidaré nunca, pero siento que es hora de continuar con mi vida

Las risas son el mejor regalo de cumpleaños.

Frente al espejo, juré solemnemente no obsesionarme con mi cuerpo. Y jamás ver a un plato de comida como a un monstruo. Mamá se había dejado vencer por el dragón. Pero yo no lo haría.

Creía que rechazar la comida la iba a convertir en la mujer más hermosa del mundo, pero no fue así.

El tiempo es algo muy extraño. Siempre me he preguntado, por ejemplo, ¿por qué cuando viajo en carretera se me hace más larga la ida que el regreso? ¿El tiempo no es el mismo? Para que el ser humano haya cambiado un poquito tuvieron que pasar un montón de años. Yo, en cambio, siento que me están obligando a cambiar muy rápido.