—Creía que el amor era fascinación, un deseo de estar cerca de alguien o de querer hacerlo feliz. Creía que pasaba sin más, como una bofetada en la cara, y desaparecía igual que se desvanece el escozor de un golpe así. Por eso me era fácil creer que podía ser falso o manipulado o influenciado por la magia.
»Hasta que te conocí, no entendía que, para sentirme amado, tengo que sentir que me conocen. Que, fuera de mi familia, nunca había amado de verdad, porque no me había molestado en conocer a la otra persona. Pero a ti te conozco. Tienes que volver a mí, Wren, porque nadie nos conoce salvo nosotros. Sabes por qué tú no eres un monstruo, pero yo podría serlo. Sé por qué arrojarme a una mazmorra significaba que aún había algo entre nosotros. Somos un desastre y estamos hechos un lío y no quiero pasar por este mundo sin la única persona de la que no puedo esconderme y que no puede esconderse de mí.
»Vuelve —repite y las lágrimas le queman el fondo de la garganta—. Quieres, quieres y quieres, ¿recuerdas? Pues despierta y toma lo que quieras.
Le besa la frente.