Yehoshua Verbin, comandante del Gobierno militar que gobernó a los ciudadanos árabes entre 1948 y 1966, reconoció que lo que sucedió en 1948 fue una limpieza étnica. «Expulsamos a cerca de medio millón de árabes, quemamos sus casas, saqueamos sus tierras —desde su punto de vista—, no se las devolvimos, nos quedamos con las tierras…». Entonces y ahora, la «solución» era inquietantemente parecida a la tesis de Kimmerling; o bien se hacía desaparecer a los árabes, o bien, si eso no era posible, se los ponía en una situación de desigualdad con la esperanza de que emigraran por decisión propia en busca de una vida mejor en otra parte. Kimmerling podría haber añadido que el politicidio se convirtió en una herramienta comercial en todo el mundo para las naciones y los funcionarios que querían emular el «éxito» israelí.