La península de las casas vacías

no hay buen líder que tenga a la mitad de la población en contra. Usted, además, tiene y tendrá, hasta el día de su triste y prolongada muerte, las manos llenas de sangre

¿Sabe usted por qué va a ganar esta guerra?

—¡Por la gracia de Dios!

—Ya… Aparte de por eso: por la inconsistencia de la izquierda, siempre tan dividida.

—¿Fusilan por leer?

—¡Y por no ir a misa!

Somos un país de necios, aquí y allí, por muchas camionetas de maestros que ordenen y muchos ateneístas espabilaos que haya. La inepcia nos carcome.

. ¡A buenas horas se acuerdan de que una guerra sin cabeza no se gana!

Miserere mei, Deus, de Gregorio Allegri

cada uno tiene su hora y su sitio.

«la familia y el sol, cuanto más lejos, mejor».

Antonio Muñoz Molina

«… una gran cantidad de personas, perfectamente honorables y bienintencionadas, […] de pronto, se vieron arrastradas en un torbellino en el cual solo podía ganar el más siniestro, el más violento, el más cruel».

Ernest Hemingway

«Jamás penséis que una guerra, por necesaria o justificada que parezca, deja de ser un crimen».