Quienes se marchan de Omelas

Creo que no habría automóviles por las calles, ni helicópteros sobrevolándolas; lo deduzco del hecho de que la gente de Omelas era gente feliz. La felicidad se basa en el discernimiento de lo que es necesario, lo que no es necesario pero tampoco destructivo y lo que es destructivo.

Solo el dolor es intelectual, solo la maldad es interesante. Esa es la traición del artista: la negación a admitir la banalidad del mal y el terrible aburrimiento del dolor.

Creo que no habría automóviles por las calles, ni helicópteros sobrevolándolas; lo deduzco del hecho de que la gente de Omelas era gente feliz. La felicidad se basa en el discernimiento de lo que es necesario, lo que no es necesario pero tampoco destructivo y lo que es destructivo. En la categoría intermedia, sin embargo (la de lo innecesario pero no destructivo, la de la comodidad, el lujo, la exuberancia, etc.), podrían perfectamente tener calefacción central, metro, lavadora y todo tipo de maravillosos artilugios aún no inventados aquí: fuentes de luces flotantes, energía sin combustible, una cura para el resfriado común. O podrían no tener nada de eso; no importa.

No eran menos complejos que nosotros. El problema es que tenemos la mala costumbre, alentada por gente pedante y rebuscada, de considerar la felicidad como algo bastante estúpido. Solo el dolor es intelectual, solo la maldad es interesante. Esa es la traición del artista: la negación a admitir la banalidad del mal y el terrible aburrimiento del dolor. Si no puedes vencerlos, únete a ellos. Si te duele, lo repites. Pero elogiar la desesperación es condenar el placer, abrazar la violencia es dejar escapar todo lo demás.

La felicidad se basa en el discernimiento de lo que es necesario, lo que no es necesario pero tampoco destructivo y lo que es destructivo.

La felicidad se basa en el discernimiento de lo que es necesario, lo que no es necesario pero tampoco destructivo y lo que es destructivo. En la categoría intermedia, sin embargo (la de lo innecesario pero no destructivo, la de la comodidad, el lujo, la exuberancia, etc.), podrían perfectamente tener calefacción central, metro, lavadora y todo tipo de maravillosos artilugios aún no inventados aquí: fuentes de luces flotantes, energía sin combustible, una cura para el resfriado común. O podrían no tener nada de eso; no importa

Pero igual que no hemos necesitado clérigos, tampoco necesitamos soldados.

La felicidad se basa en el discernimiento de lo que es necesario, lo que no es necesario pero tampoco destructivo y lo que es destructivo.

El problema es que tenemos la mala costumbre, alentada por gente pedante y rebuscada, de considerar la felicidad como algo bastante estúpido. Solo el dolor es intelectual, solo la maldad es interesante

El problema es que tenemos la mala costumbre, alentada por gente pedante y rebuscada, de considerar la felicidad como algo bastante estúpido. Solo el dolor es intelectual, solo la maldad es interesante.