La aventura estaba a punto de empezar. A mi lado estaba mi futuro, estaba seguro de ello. El desequilibrio de nuestros sentimientos mutuos acabaría por corregirse. Éramos, sencillamente, la encarnación de un patrón en los modos modernos: conocimiento inicial, luego sexo, luego amistad y finalmente amor. No teníamos por qué hacer este viaje convencional a la misma velocidad. Solo se necesitaba paciencia.