El Yo real v/s el Yo ideal

Cómo vivir en paz, si no me acepto? ¿Habrá mayor insensatez que amar lo que no soy y de extrañar lo que nunca he sido? Insisto: no digo que haya que renunciar a las luchas personales que valgan la pena, lo que sostengo es que h

vida es una evolución constante y cambiante:

i la vida es una evolución constante y cambiante: ¿cómo ubicar entonces la felicidad en un punto fijo? La alegría no está en alcanzar el Yo ideal, sino en el proceso mismo de viajar hacia él sin despreciarse a sí mismo y sin ansiedad.

Para un Yo ideal racional, que no sea malsano, se necesita una mezcla balanceada de ambición y realismo.

Estamos tan comprometidos con ser más, que lo imaginario desplaza el presente.

Valoramos socialmente la autoexigencia despiadada, sin darnos cuenta de que, si situamos el Yo ideal en los cielos, mi otro Yo, el verdadero, se ubicará automáticamente a ras del piso.

Los seres humanos oponemos ambos yoes todo el tiempo: lo que somos y lo que quisiéramos ser. Y de esa comparación surgen los sentimientos de seguridad o inseguridad.

Las expectativas configuran un camino de ascenso o descenso. Un norte que nos impulsa, que nos sujeta. Para un Yo ideal racional, que no sea malsano, se necesita una mezcla balanceada de ambición y realismo.

El Yo real versus el Yo ideal, la lucha ancestral que se desprende del “tiempo psicológico”, de la facultad de proyectarnos a futuro, de construir esperanza o desesperanza. “Soy linda, pero quisiera ser más bella”. “Tengo plata, pero ansío más dinero”. “Sé que me amas, pero necesito sentirme más amado”.

Si la vida es una evolución constante y cambiante: ¿cómo ubicar entonces la felicidad en un punto fijo? La alegría no está en alcanzar el Yo ideal, sino en el proceso mismo de viajar hacia él sin despreciarse a sí mismo y sin ansiedad.