Selección de cuentos de Antón Chéjov

Sigue escribiendo hasta las cuatro y, si el asunto no se hubiese agotado, gustosamente continuaría escribiendo hasta las seis. Hacer zalamerías ante sí mismo, coquetear, delante de los objetos inanimados, al cobijo de cualquier mirada indiscreta que le observe, ejercer su tiranía y su despotismo sobre el pequeño hormiguero que el destino ha colocado bajo su autoridad por azar, he ahí la miel y la sal de su vida.

¿Y se llama vida a esto? ¿Por qué nadie ha descrito la dolorosa discrepancia que se origina en el espíritu de un escritor que está afligido y debe hacer reír a las personas o que está contento y debe derramar lágrimas de encargo? Yo tengo que ser ocurrente, matarlas silenciosamente, e ingenioso

Tiene la apariencia de alguien a quien se espera para realizar una investigación o que está pensando en suicidarse.

Quien pone por encima de todo la calma de sus allegados debe renunciar completamente a una existencia regida por las ideas.

pensó lo bello que es todo en el mundo cuando se refleja en nuestra alma: todo, menos lo que pensamos o hacemos cuando no recordamos los elevados designios de nuestra vida y nuestra dignidad.

Y en esta constancia, en esta total indiferencia para la vida y la muerte de cada uno de nosotros, ahí se esconde posiblemente la garantía de nuestra salvación eterna, del continuo movimiento de la
existencia sobre el mundo, del avance hacia la perfección.

Nada aquí es resultado de la casualidad, de la costumbre, sino que todo, hasta la cosa más pequeña e intrascendente, revela un estricto programa una reflexión madura.

Siento, no obstante, que mi hígado se agranda, a consecuencia de esta pregunta ingenua.

¡Ah, la libertad! ¡Es un gran tesoro! Únicamente una leve alusión a la libertad, la vaga esperanza de ser libres, da alas a nuestro espíritu.

La suya simplemente era una de esas naturalezas extraordinarias en las que el intelecto innato lleva a un natural conocimiento de todo lo que es hermoso y bueno.