Agua viva

Yo, viva y centelleante como los instantes, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago, me enciendo y me apago.

He venido a escribirte. Es decir, a ser. Ahora son las cinco y media de la mañana. No tengo ganas de nada, estoy pura. No te deseo esta soledad. Pero yo misma estoy en la oscuridad creadora

Yo, expuesta a la intemperie, yo, inscripción abierta en el dorso de una piedra

alcanzo a través del sueño. Yo te invento, realidad.

Parambólica es lo que soy. No puedo resumirme porque no se puede sumar una silla y dos manzanas. Yo soy una silla y dos manzanas. Y no me sumo.

¿Qué estoy haciendo al escribirte? Estoy intentando fotografiar el perfume.

Y yo soy la hechicera de esa bacanal muda.

El cuerpo ya no soporta ser cuerpo. ¿Y si morir tuviese el sabor de la comida cuando se tiene mucha hambre? ¿Y si morir fuese un placer, un placer egoísta?

Pero quiero tener la libertad de decir cosas sin nexo como una profunda forma de alcanzarte. Sólo lo equivocado me atrae, y amo el pecado, la flor del pecado.

Pero ¿qué hecho tiene una noche que transcurre por entero en un atajo donde no hay nadie y mientras dormimos sin saber nada? ¿Dónde está el hecho?