Queda una voz

La voz es lo que empuja en el tiempo, vertebrándolos, los ideales, las divinidades, la dimensión trascendente por dentro mismo de la contingencia mortal de lo humano

Tal vez el punto clave de lo filosófico sea este peligro que tan bien señaló Canetti: el peligro del enmudecimiento. Para que la filosofía se muestre debemos preguntar sobre el sonido de su voz. Debemos salvar la voz, la que piensa en voz alta y la que muestra el saber.

e puede pensar, por supuesto, en una metáfora de la filosofía como una vía para no quedar embarrado en la vida: elegir una ruta más limpia, más clara y verdadera.

s letras en el papel se reparten según la voz del autor: por eso la poesía es fundamentalmente una voz que habla distinto, porque suena en otra tonalidad

a voz es el medio que sirve para nombrar. Hablar con voz propia implica la capacidad de nombrar cosas

Porque lo que convierte a Sócrates en filósofo no es lo que cree no saber, es la disponibilidad para escuchar a su propio daimon (su voz interior).

El platonismo desea contemplar el Bien: tener una visión. Se dice que filosofar es ver algo más que la realidad perceptible, aunque al fin y al cabo se trata de ver

l daimon advierte de lo que puede pasar, pero también inspira la actividad creativa e insufla las palabras a poetas y filósofos:

Simone de Beauvoir, en El segundo sexo, escribió la frase «la mujer no nace, sino se hace». Cada mujer debe, finalmente, alzar su propia voz o intentar encontrarla.

a voz es, pues, para Aristóteles, un canal de producción múltiple que permite hablar para entenderse. Hablar implica decir algo que puede ser nombrado