“Muchos sucesos extraños habían cobrado vidas en Puno, ciudad peruana. Al no poderlos justificar como desgracias comunes, los habitantes creían que eran originados por hechiceros, brujas o el mismísimo demonio.
Cadáveres decapitados, mutilados, con marcas en el cuerpo, signos y señales nunca antes vistos, no dejaban a las personas vivir en paz. El pánico y la desesperación aumentaban con el paso del tiempo.
Y es que la misma naturaleza y el paisaje de la ciudad se prestan para imaginar historias tenebrosas, no propias de este mundo. Puno está rodeada de altas cumbres y su temperatura es muy baja. Orillada en el gigantesco lago Titicaca, su tierra es fértil. Su población se dedica a la agricultura, ganadería, pesca, artesanías, folklore y turismo; en su subsuelo, se encuentran yacimientos de oro, plata y cobre.”