Una velada en la librería Morisaki

Le pedí disculpas mientras intentaba denodadamente frenar mis lágrimas. Pero cuando una emoción encuentra su vía de escape no puede frenarse mediante la razón, por lo que, ignorando mi voluntad, las lágrimas continuaban fluyendo

Expresar los propios sentimientos parece algo sencillo, pero en realidad suele resultar una tarea inesperadamente difícil. Y cuando la contraparte es alguien muy importante para ti, todavía más.

Me parecía que aquel desasosiego tan difícil de describir con palabras se iba difuminando gradualmente. Aunque un poco antes me sentía como si el mundo a mi alrededor se marchitase a marchas forzadas, cuando estaba con mi tío era, por el contrario, como si se abriese cada vez más ante mí.

Pensándolo ahora, todos mis recuerdos de aquellos días que pasé junto al tío Satoru eran como un claro soleado en medio del profundo bosque, donde se podía entrar en calor

puedo comprender a la perfección que he tenido suerte en la vida y que me he cruzado con muchas personas buenas que me han ayudado. Sí, verdaderamente muchos encuentros felices.

—En cualquier caso, la vida es breve. En vez de preocuparte por gente como esa, lo único que tienes que hacer en tu propia historia es escoger al hombre que te haya elegido a ti porque piensa que no hay nadie que pueda sustituirte. ¿Lo entiendes o no?

«Las personas vamos olvidando muchas cosas. Gracias a olvidar muchas cosas, podemos seguir viviendo. Sin embargo, las cosas que nos marcan el corazón son como las olas que van dejando un rastro sobre la arena y siempre están ahí».

—Pero ahora estar allí se me hace muy duro. Hay demasiados recuerdos entre aquellas paredes. Todos esos recuerdos me hablan sin cesar de la muerte de Momoko. No quiero avanzar en el tiempo. Si avanzo, Momoko se alejará cada vez más de mí.

Pero cuando te veo a ti, Takako, o a tus tíos de la librería Morisaki, siento una gran envidia y pienso de todo corazón que me gustaría pertenecer a vuestro círculo. Me produce una gran atracción. Aquello que te dije de que estaba escribiendo una novela ambientada en una librería es también porque, a mi manera, aunque sea de una forma ínfima, me gustaría entrar a formar parte de vuestro círculo.

Todos aquellos sucesos se entrelazaban para desembocar en el paseo que ahora íbamos dando juntos por esas calles en las que caía el atardecer

Y cuando no estaba viajando, estaba leyendo libros.