El fuego

En la consulta, Rahel veía a gente así a menudo. Gente incapaz de relativizar lo que le pasa. Que lo toma todo como algo personal y siempre habla en superlativo. Siempre les pasan las cosas más terribles, sufren las derrotas más espantosas, los desengaños más tremendos y la traición más atroz. En el mejor de los casos, Rahel consigue

Yo te necesitaba en aquellos días. Pasé semanas sintiéndome como un extraño en mi propia casa, con mi propia mujer. Y el deseo… se apagó sin más

En la consulta también exige a sus pacientes que verbalicen el problema por el que acuden a ella. Lo que no se puede formular con palabras es seguro que no se resuelve. Ese principio también es válido para Peter

Los que en su día habían crecido adoctrinados seguían sin aprender a pensar abierta y libremente

Por ejemplo, se podía debatir si tales clichés encerraban algo de verdad. Se podían desarrollar hipótesis y someterlas a discusión. Él plantearía la tesis de que las mujeres priorizaban otros valores y objetivos.

A diferencia de los hombres, el afán de poder en sí mismo, por ejemplo, solía inspirarles rechazo, lo cual hacía patente una diferencia sumamente curiosa con respecto al número de narcisistas hombres en posiciones de poder. Ahí, se había armado un revuelo entre un corrillo de estudiantes como Peter no había vivido jamás en todos los años de docencia que llevaba.

Ella era demasiado pragmática como para perder energía indignándose así por cosas que no tenían arreglo

A veces no era hambre de estar con él, sino necesidad pura de estar con cualquier hombre

Otros días, en cambio, no soportaba que la tocase. A veces le entraban ganas de acostarse con él varias veces al día, y cuando él empezó a resistirse a sus demandas, le preguntó con temor si es que tenía un lío con alguien.

—¡Por Dios, Rahel! —había exclamado él—. ¡Para empezar, no me resulta muy excitante que se me ponga la presa delante de la escopeta de esa manera y, segundo, hay personas para las que el sexo no tiene esa importancia

El amor se convertía en cariño de amigos, y, llegados a ese punto, es raro que haya vuelta atrás

El agua fresca y limpia envuelve su cuerpo, y ese momento de sumergirse es el que ella adora, el momento en que desaparecen los ruidos terrenales y tan solo la rodea el silencio absoluto