Correspondencia 1925–1975

Heidegger habla en una ocasión, muy en el sentido de Platón, de la «facultad de asombrarse de lo sencillo», pero añade a diferencia del filósofo griego: «y de aceptar como morada este asombro» (15).

fue Platón, quien considera el asombro el comienzo de la filosofía

El yo pensante es todo menos el sí-mismo de la conciencia. Además, el pensamiento, tal como Hegel observa a veces respecto a la filosofía, es «algo solitario» (12), y no sólo porque estoy en el «diálogo insonoro conmigo mismo» como señala Platón (13), sino porque en el diálogo siempre vibra también algo «inefable» que el lenguaje no hacer sonar del todo ni, de hecho, hace hablar y que por tanto no sólo no se comunica al otro, sino tampoco al afectado.

El yo, que pensando «se recoge» en medio de la tormenta desencadenada como dice Heidegger y para quien el tiempo literalmente se detiene, no sólo carece de edad, sino también de cualidades, aunque siempre sea algo específicamente diferente.

El yo pensante no tiene edad, y la maldición y bendición de los pensadores, siempre y cuando sean reales en el pensamiento, es que se hacen mayores sin hacerse viejos. Ocurre con la pasión del pensamiento lo mismo que con otras pasiones – aquello que normalmente conocemos como las características de la persona, cuya totalidad ordenada por la voluntad produce algo así como el carácter, no resiste al ataque de la pasión que afecta al hombre y a la persona y, en cierta medida, se apodera de ellos.

acotaciones en el camino» que permiten a una nueva ilación de las ideas orientarse. Heidegger menciona esta particularidad del pensamiento cuando, hablando de Nietzsche, se refiere a «lo implacable del pensamiento, que siempre empieza de nuevo», cuando resalta «hasta qué punto la cuestión crítica en cuanto a qué es la causa del pensamiento forma parte, necesaria y permanentemente, del pensamiento», cuando señala que el pensamiento «tiene el carácter de

Heidegger nunca piensa «sobre» algo; él piensa algo. Mediante esta actividad del todo anticontemplativa penetra en las profundidades, pero no para descubrir un fundamento último y seguro en esa dimensión –de la cual podría afirmarse que, vista de esta manera y con esta precisión, era absolutamente virgen–, sino para trazar senderos y establecer «acotaciones en el camino» (5), manteniéndose siempre en las profundidades.

El trabajo se ha visto interrumpido por la enfermedad. Pero poco a poco vuelvo a encontrar la vía y todavía estoy de camino hacia lo mismo con el esfuerzo de decirlo de manera sencilla – en tal vez sesenta páginas. En el campo del pensamiento, los libros gordos y las obras de varios volúmenes sólo se escriben cuando uno todavía anda por fuera sin rumbo fijo y el pensamiento sigue confuso

¿Lo dices tú o es completando a Kant? Si lo real es la realidad de algo posible, ¿cómo puede remitir entonces a lo necesario? ¿Pensamos lo real –lo ineludible, lo innegable– como necesario, porque no vemos otra posibilidad de «reconciliarnos» con ello?

¿Cómo agradecer debidamente esto que alegra? Salvo preguntando sin cesar:

¿Qué significa pensar? ¿Significa:

traer el agradecimiento?