Cómo morir. Cartas sobre la vejez y la muerte

todos nos encadena la misma condición: a quien le ha tocado nacer, solo le queda morir. En los intervalos somos distintos, pero el final nos iguala a todos.

A todos nos encadena la misma condición: a quien le ha tocado nacer, solo le queda morir. En los intervalos somos distintos, pero el final nos iguala a todos.

A todos nos encadena la misma condición: a quien le ha tocado nacer, solo le queda morir. En los intervalos somos distintos, pero el final nos iguala a todos.

Si hubieses perdido a un amigo —que es el peor de todos los males—, tendrías que esforzarte más en alegrarte por haberlo tenido que en entristecerte por haberlo perdido. (4) Pero la mayoría no tiene en cuenta todo lo que ha recibido, todo lo que ha disfrutado. Este dolor tiene entre otros defectos que no solo es inútil, sino también ingrato.

hombre sabio ha de alejarse de la teatralidad del vulgo y recordar que la vida no es un bien ni la muerte un mal.

No por eso te aconsejo la despreocupación. Aléjate de las cosas que provocan temor; prevé todo aquello que puede ser previsto por la cautela; anticipa y evita mucho antes de que ocurra todo lo que tiene capacidad de hacer daño. En esto te será de mucha utilidad la confianza en ti mismo y una firme disposición para tolerarlo todo. Puede precaverse de la fortuna quien es capaz de soportarla; ciertamente, n

Miserable es el espíritu ansioso de futuro e infortunado antes de los infortunios el que se angustia porque las cosas con las que se deleita no permanezcan hasta el último momento; no descansa ni un instante, y con la expectativa de lo que va a venir pierde las cosas buenas del presente con las que hubiera podido disfrutar. Sitúa en el mismo plano el dolor por lo que se ha perdido y el temor por lo que se va a perder.

Si no me engaño, querido Lucilio, en esto nos equivocamos: pensamos que la muerte viene a continuación, cuando ella nos ha precedido y vendrá después. Lo que hubo antes de nosotros es muerte; ciertamente, qué importa que no empieces o que dejes de existir, cuando el efecto de una y otra cosa es el no ser.

La muerte es el no ser, la insensibilidad, y, por tanto, al morir estaremos en el mismo estado en que nos encontrábamos antes de nacer.

“que no caemos repentinamente en la muerte, sino que avanzamos minuto a minuto hacia ella”. (20) Cada día morimos un poco; cada día se nos priva de una parte de la vida, y entonces, incluso, cuando estamos creciendo, la vida decrece. Perdimos la infancia, después la adolescencia, después la juventud.