Los poemas que Luis Pellegrini nos ofrece aquí se ajustan sin concesiones a la declaración de principios que confiesa en su Arte poética: «Como un lápiz de fósforo sobre papel de lija/así debiera ser la poesía.
No como un agua que se escurre, que no recuerda nadie.» Hijo del viento presenta dos partes: Cuestión de tiempo y otros poemas y Pequeños poemas en prosa. Con rasgos formales ligeramente diferenciados, todos los textos tienen una misma voz y están construidos con papel de lija. El bosque, el viento, los animales, la muerte, la noche, el silencio, son algunos de los elementos que atraviesan tanto los poemas de cierta extensión como aquellos que son resueltos en dos o tres líneas.
Si en una primera y rápida lectura, algunos de estos brevísimos poemas pueden parecer inspirados por la intencionalidad del aforismo, rápidamente entendemos que hay algo más, algo que los lectores debemos completar, como ocurre con la lectura de los buenos poemas. Algo que Pellegrini llama lápiz de fósforo, tal vez porque todo lector agrega palabras al texto que lee y porque ese gesto es un raspado que produce luz, calor y sorpresa.
La lectura de Hijo del viento es un acontecimiento; uno de los que no dejan al lector indiferente; uno alejado del agua que se escurre y que nadie recuerda.