En el presente, Moscú, Washington y Pekín tratan de ganar aliados en África, Asia, Oriente Medio y América Latina con el objetivo de contar con recursos, mercados o limitar la influencia de sus adversarios (inversiones, préstamos, compras de bienes primarios, ayuda al desarrollo, transferencia de armas). Sin embargo, algo fundamental ha cambiado: la política de suma cero, o tratar de controlar todo el sistema internacional, ha sido sustituida por una de tipo selectivo. Los estados con más poder, y las empresas transnacionales, trabajan con y en países, y en zonas de ellos, que les resultan de interés como mercados, áreas de producción, de tránsito de bienes e información, y acceso a recursos naturales claves para la producción de bienes, particularmente de alta tecnología.