El infinito en un junco

el libro seguía ahí. Como dice Umberto Eco, pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor

Parecen dibujos,

pero dentro de las letras están las voces.

Cada página es una caja infinita de voces».

MIA COUTO, Trilogía de Mozambique

La escritura se oía. Pocos imaginaban que fuera posible leer de otra manera.

terminar de leerse, el libro quedaba enrollado al revés, desde el final hacia el principio

Seleuco, en Asia; Antígono, en Macedonia, y Ptolomeo, en Egipto.

Roxana asesinó a las otras dos viudas de Alejandro, para asegurarse de que su hijo no tendría competidores

Era el sueño de Alejandro: tener una leyenda propia, entrar en los libros para permanecer en el recuerdo.

Después, el formidable ejército dio media vuelta, rumbo a su patria. Alejandro, después de todo, perdió una batalla.

ordenó que colocaran en aquella caja su Ilíada, de la que nunca se separaba.

Los últimos supervivientes fueron crucificados a lo largo de la costa —⁠una hilera de dos mil cuerpos agonizando junto al mar⁠—. Vendieron como esclavos a los niños y las mujeres