bisexualidad no nos hace libres. Sin embargo, validarla nos puede acercar un poco más a serlo: hacerle un hueco en el complicado mejunje del que estamos hechas y desde el que nos construimos, tenerla en cuenta, cuidarla, celebrarla y defenderla, desbordarla. Darle forma de puente, de hogar, usarla como manta, como escudo, como punto de encuentro, como trompeta.