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Con frecuencia se acepta que durante el siglo XIX y principios del XX fueron los escritores varones quienes desarrollaron y ampliaron el horizonte de los relatos atroces de misterio, y que las mujeres escritoras se limitaron a seguir su estela. ¡Nada más lejos de la realidad! La antología que hoy presentamos reúne las contribuciones de dieciséis maestras y amantes del miedo exquisito; muchos de cuyos nombres se perdieron en las revistas pulp y underground de principios de siglo.
Por fin podremos conocer el lado oscuro de «El jardín secreto», de Frances Hodgson Burnett, y en qué consistían las pesadillas de la mismísima Marie Corelli. Escucharemos cautivados, a la par que temerosos, las voces de las escritoras que poblaron las páginas de la revista Weird Tales, como Sophie Wenzel Ellis, Greye La Spina o Margaret St. Clair, y nos inclinaremos ante lo sensacional, lo surrealista y lo desafiante de sus magníficos relatos de terror.
Un conjunto de narraciones que rompieron con las barreras del género en la época y que levantaron a sus autoras del abismo de la pobreza, de las adversidades de su infancia y de sus vidas de mujeres casaderas.
370 páginas impressas
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Bookwire
Publicação original
2020
Ano da publicação
2020
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Impressões

  • Ari Sotocompartilhou uma impressãohá 3 anos
    👍Vale a leitura

Citações

  • Alicia M. Maresfez uma citaçãohá 2 anos
    Marie Belloc Lowndes está convencida de que a los muertos se les permite regresar en ocasiones para reconfortar, consolar o advertir a aquellos a quienes amaron en este mundo.
  • Alicia M. Maresfez uma citaçãohá 2 anos
    Advirtió que ya no se movía en absoluto… y luego percibió un trueno brutal y sordo que desgarró la semioscuridad como un megaterio. Creyó haber regresado a la noche de los tiempos y que algo, un ser solitario y bramante de furia, estuviese arrancando de cuajo y luego pisoteando sin piedad los árboles gigantescos de una selva virgen. Aquel estrépito le resultaba muy familiar. ¿Qué viajero transoceánico no lo conoce? ¡Era la sirena de niebla!
  • Alicia M. Maresfez uma citaçãohá 2 anos
    Que haya niebla en Londres no puede tomarse por señal inequívoca de que habrá, asimismo, niebla en la campiña. Puede suceder que uno parta desde el Strand a tientas, en combate con las tinieblas del Último Día, que tome un tren en Charing Cross o Waterloo y cubra unas cuantas millas en un periplo lento y azaroso, durante el cual atravesará una amplia gama de amarillos siniestros, pero que al final, gradualmente, vaya aclarando y los últimos velos de neblina se disipen, de modo que el pasajero emergerá a la superficie con el aire claro. Puede, incluso, que hasta brille el sol.

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