Hace muchos años, cuando leí estas historias por primera vez, pensé que el único Cielo es el recuerdo y que no hay más Infierno que el olvido, que es quizás la más dura de las formas de la muerte.
Tal vez si hemos sido nobles, justos o valientes es posible que nos aguarde un gran destino: eludir el olvido. Habitar en la memoria de los demás como un recuerdo amado. Muertos o simplemente distantes.
No es necesario perder la vida para alcanzar el Cielo o condenarse al Infierno.