Juramentada

—Están los spren —dijo Shallan a la multitud reunida, empleando un tejido de luz para distorsionar la voz—, y luego están los spren. Habéis seguido a los oscuros, que os susurran que os abandonéis. Están mintiendo.

Los miembros del culto ahogaron varios gritos.

—No queremos vuestra devoción. ¿Cuándo os han exigido jamás los spren vuestra devoción? Dejad de bailar por las calles y volved a ser hombres y mujeres. ¡Quitaos esos ridículos disfraces y volved con vuestras familias!

«Extraña pregunta que responder a un trocito de divinidad.»

—Todo niño termina cayendo en la cuenta de que, en realidad, su padre no es Dios.

—Dije que siempre estaría allí cuando se me necesitara.

—¿Y qué es?

El hombre miró a Dalinar.

—La pasión, Dalinar Kholin. Soy la emoción encarnada.

Soy el alma de los spren y los hombres. Soy la lujuria, la

alegría, el odio, la ira y el éxtasis. Soy la gloria y soy la corrupción. Soy todo lo que hace hombre al hombre.

ero solo tres te incumbimos. Yo mismo. Honor. Cultivación.

La sonrisa del anciano se ensanchó, auténtica y amable—.

Yo soy el otro, Dalinar. Me llaman Odium.

¿sí? ¡Ja! Quizá podamos sentirnos solos juntos.

Moash rio incluso más fuerte. La risa lo consumió, lo sacudió. No podía parar. Siguió soltando carcajadas imposibles de contener hasta que le faltó el aliento y, mareado, se tumbó en el duro suelo de piedra con lágrimas cayendo por los lados de su cara

marchamos no es hacia la muerte, ¡sino hacia panzas llenas y buenas canciones!