Oro y ceniza

porque el poder reside donde reina el honor.

«Una herida nueva puede llevarse un cuerpo. Abrir una vieja puede cobrarse un alma».

—¿Quién de vosotros sirvió conmigo en la Tierra?

—Yo, señor —dice una joven gris de piel pálida—. Octava Legión, Segunda Cohorte. Le seguí a través del paso de Kardung. Contra el Minotauro y también a través de las Puertas de París.

—¿Y quién sirvió conmigo en Marte?

Una dorada y un rojo asienten con gesto solemne.

—¿Y quién sirve conmigo todavía? —pregunto.

Se miran los unos a los otros.

—¿Y si caminamos juntos, Estrella de la Mañana? A tu espíritu no le iría mal un poco de calma.

—Mi espíritu vuela como una cometa —digo—. Parece que el problema son todos los demás.

Pero no lo haré. No puedo. Y odio tener que ser esta persona. Aún peor. Odio que esta sea la persona en la que me he permitido convertirme. Aun así, no es suficiente para cambiar. No es suficiente para rendirse.

Mientras conduzco sobre el lago de vuelta a casa y siento el latir de su corazón contra mi espalda, percibo la enorme distancia que crece entre nosotros, el paso de los años y el transcurso del tiempo y de la vida que nunca podremos recuperar, y sé que puedo hacer algo para detenerlo. Quedarme.

—La hice para que la compartiéramos —dice en voz baja.

Coge el llavero de llaves magnéticas y saca una. Me la da. Sostengo la llave en la mano y lo miro. Me siento como si me hubieran dado un puñetazo en el corazón.

—¿Quieres enseñarme cómo funciona? —le pregunto.

—Sí, sí. Tienes suerte de ser tan guapo.

Me uno al resto de los Aulladores en la azotea y veo a Sevro despedirse de Victra. Ella se aferra a su marido con una desesperación que no he visto nunca. ¿Debería dejarlo aquí? ¿Podría? No sé si sería capaz de llegar hasta el final sin él, pero al ver su cabeza apretada contra el pecho de su esposa, siento el trauma de lo que le estoy haciendo no solo a él, sino a nuestras dos familias al completo. Parece que es el mundo quien nos está haciendo esto. Pero ¿es el mundo o soy yo, por como estoy hecho? Al final soy un destructor, no un constructor

recordarás a tu familia desde este mismo aliento hasta el día en que mueras, porque el amor no se desvanece. El amor son las estrellas, y su luz continúa mucho después de la muerte.

recordarás a tu familia desde este mismo aliento hasta el día en que mueras, porque el amor no se desvanece. El amor son las estrellas, y su luz continúa mucho después de la muerte.