Archivos vivos

En suma, este es un llamado a buscar teorías y metodologías que respondan a las necesidades del presente. A combatir los silencios desde el activismo archivístico en favor de los derechos humanos sin menoscabo de la ética profesional; a reconocer el poder público de la profesión y utilizarlo para hacer el bien (Jimerson, 2007); a convertir los archivos en herramientas para la rendición de cuentas y la transparencia en la administración pública facilitando el acceso; a ser conscientes del papel de los archivos en la configuración del pasado, la memoria y la historia de la sociedad; a evitar la destrucción y la manipulación de los documentos e impedir que sean usados al servicio de los intereses de los poderosos y en detrimento de los derechos de los menos favorecidos.

Más de sesenta años de conflicto armado interno en Colombia han dejado su rastro en numerosos fondos documentales, públicos y privados, en el país y en el exterior, que ofrecen una buena base para acercarnos al conocimiento del pasado. Sin embargo, la existencia de estos archivos no es suficiente, pues, como lo ha planteado Eric Ketelaar (2010), “Los archivos [...] no son (o no deberían ser) un templo, sino un foro, un espacio público que permita memorias, narrativas, documentos en competencia e impugnados” (p. 420). En consecuencia, el acceso a la información contenida en esos acervos documentales es una condición necesaria para tramitar el pasado violento (Giraldo, 2018).

En ese sentido, el Salón es un patrimonio comunitario para el fortalecimiento de la democracia; su conservación y promoción son un imperativo ético para el Estado. Gracias a esta iniciativa se puede reconocer que, en medio de la tragedia que ha representado el conflicto para Granada, ha emergido una mezcla de voluntad y energía de sus habitantes que les ha permitido reconstruir las vidas, las relaciones entre vecinos, la cotidianidad.

El estigma ha sido uno de los rasgos más característicos y costosos para la población civil en las guerras contemporáneas. La eficacia perversa del estigma es doble: primero, el victimario atenúa su responsabilidad transfiriéndola a la víctima, y, segundo, estimula un clima social de sospecha que se materializa en esas expresiones populares de condena anticipada, tales como “por algo será”, “algo habrá hecho”. La eficacia del estigma puede llegar incluso a la autoincriminación de la propia población.

El acervo de Asovida es un fondo documental acumulado, es decir, un conjunto de documentos reunidos por la asociación en el transcurso de su existencia sin un criterio archivístico determinado de organización y conservación. En ese sentido, a partir de la historia de la organización, y para efectos de la descripción de su contenido e importancia, propongo una agrupación documental en dos secciones: la administrativa y la del Salón.

Una vez acopiados, los testimonios y las fotografías pasan a integrar el acervo documental de Asovida.

Mario, a lo largo de su vida como militante de izquierda, ha producido y recopilado documentos que hoy en día constituyen un importante filón para la construcción de las memorias del conflicto.

Según Mario, la importancia de su acervo documental radica en que “tiene el registro de hechos, tiene las opiniones de actores y tiene el desencuentro que hay en la interpretación de la historia y los hechos [...], es un archivo que no obedece a una interpretación única, a un pensamiento único” (Agudelo, 2017). Es justamente esa pluralidad la que ha posibilitado usarlo para reconstruir los contextos del conflicto en la región de Urabá, algo muy importante para el reconocimiento de las víctimas en los mecanismos de justicia transicional.

empecé yo a mirar qué era importante y qué valía la pena organizar mejor, entenderlo mejor, porque muchas veces hay cosas que se le pierden a uno con el tiempo, se le pierden en la mente, hay lagunas... La memoria es muy frágil, digámoslo así. Entonces fui procurando tenerlo referenciado, porque comencé a participar en diversas actividades, ya era más común que me llamaran a hablar sobre los temas de la memoria (Agudelo, 2017).

Mario es un archivista empírico que a lo largo del tiempo ha cultivado su archivo, y es que, como lo plantea Eric Ketelaar (2010), “un archivo viviente tiene que ser cultivado. Literalmente, cultivar es la labranza de la tierra; el nacimiento de lo sembrado. Implica mejora, desarrollo, refinamiento, cuidados. Los documentos y otros artefactos obtienen significado mediante el cultivo” (p. 421). En el caso de Mario, en primer lugar, estuvo la afición por conservar los documentos, la archivalización (Ketelaar, 2001), luego vendría la necesidad de organizarlos para usarlos en beneficio propio y de los demás: