—Te echaba de menos —susurro al contacto con su piel, y me da vértigo hacer esa confesión tan íntima, me siento más desnuda que cuando me vio tal y como vine al mundo—. En el mundo mortal, cuando creía que eras mi enemigo, te seguí añorando.
—Mi dulce némesis, como me alegra que hayas vuelto.
Me abraza y me acuna la cabeza sobre su pecho.