–Tienes razón –dijo–, los libros acompañan. Encierran los pensamientos y las voces de otras personas que viven o han vivido en este mundo. Todos estos autores tienen en común el hecho de estar enterrados aquí, frente a nosotros. Aunque no los escuches todavía, nos hablan todo el tiempo. No sólo ellos, también los que nunca escribieron nada. Los oirías si no pusieras el radio. Si empiezas a leerlos, verás que te resultan familiares