Además, gozaba de una salud que le permitía desafiar todas las enfermedades, lo mismo que de unos músculos sólidos, pero nada de nervios, ni asomo de nervios, en lo moral se entiende. El mozo tenía treinta años, y su edad con respecto a la de su amo estaba en la proporción de quince a veinte.
Discúlpeseme esta manera de decir que yo frisaba en los cuaren