Ya no me ofenden. He sido motivo de la sospecha y del odio, sí. Naca, prieta, puta y machorra. Torta. Perra. Sí. Estoy cansada de tener que escribir mis heridas, sacar a mi animal del fango en el que vive para exhibirlo como criatura del circo, lucir mi trauma producto de este mundo como perlas de una soga al cuello para obtener méritos, simpatía; para que crean que la belleza no se hace sino en los lastres del mundo. Y a la vez, vivo para traducir a este lenguaje ajeno en el que no quepo todos sus llantos, los rugidos a media noche invocando unos dioses ya extintos y muy anteriores a las palabras.