En Mátame suavemente, Ninah Basich cumple con los designios de la microficción: la brevedad, la intensidad y la sorpresa del lector: «La mujer abnegada encontró, al limpiar los sesos de su marido en la alfombra, otro motivo para odiarlo». En la primera de las tres partes en que se organiza este libro, los textos resuenan más allá de la lectura, las historias insinúan un sentido oculto que el lector descifrará. En la segunda, el diálogo y el humor son el medio para realizar una crítica velada, y en la última se emplean los juegos del lenguaje para apreciar la osadía de la mujer fatal: «La viuda mandó poner las cenizas de su marido en un reloj de arena. Ahora pasarían el tiempo juntos». La mirada femenina de Basich impregna la voz narrativa en el tratamiento de los temas y los personajes que convergen en situaciones límite o en la cotidianidad: «La viuda no pudo evitar pensar que la fina madera del féretro de su marido haría una hermosa mesa de centro». La vida en pareja, el día de muertos, hombres con el agua hasta el cuello o madres perfectas se ven envueltos en circunstancias diversas para poder sentir las múltiples texturas de la minificción y mantener cautiva la atención del lector.
