—¿Por qué papá tiene ese montón de cuadrados en la tripa? —preguntó curiosa Elena.
—¡Para poder levantarte y lanzarte por los aires, Papita! —exclamé, arrojándola como a ella le gustaba. Volvió a carcajearse.
—Pues mi profesor, en vez de cuadrados, tiene una sandía —observó en cuanto pisó el suelo.