Caraval

Recordó haber pensado que enamorarse de él sería como enamorarse de la oscuridad, pero ahora se imaginaba que él era más bien como una noche estrellada: las constelaciones siempre están ahí, fijas, una magnífica guía contra la sempiterna oscuridad.

No me mires así —le dijo a Julián—. Conmigo no funciona.

—Por eso es tan divertido.

—No tengo miedo de tus secretos.

—Ojalá pudiese decir que no deberías tenerlo.

Muchas chicas se considerarían afortunadas de ser tú.

—Rozó la mejilla de Scarlett con un dedo frío.

En un abrir y cerrar de ojos, Scarlett tenía la espalda contra la fuente, y las manos de Julián, mucho más grandes que las suyas, se encontraban abiertas a ambos lados de ella.

Los invitados especiales del maestro Legend.

—No te preocupes, amor, las tengo yo. —Julián rodeó a Scarlett con el brazo y la atrajo a una distancia inesperadamente corta

Su tono de voz fue cálido y cariñoso al decir:

—A lo mejor tenía la esperanza de que aparecieses, ¿no?

A Scarlett, sin embargo, le costaba creer que se hubiese quedado esperándola ahí, sin más, sobre todo después de la manera tan abrupta en que la había dejado.

Le echó un vistazo y asintió en señal de aprobación—. Ya veo por qué te envió a ti las entradas.

o parecía justo que alguien tan irritante pudiese presentar un aspecto tan cercano a la perfección, aunque, a pesar de su impoluto atuendo, seguía distando mucho de la caballerosidad, y no solo por el rostro sin afeitar o por los trasquilones ondulados de su cabello castaño.