Los ojos de mi princesa 2

Sin amor, las palabras son sólo ruido. Sin amor, las filosofías de crecimiento humano son basura. Sin amor, la sabiduría y la esperanza no trascienden. Sin amor, los actos de generosidad y sacrificio por otros, son una simple farsa egocéntrica.

El amor sabe soportar los errores de otros; el amor es bondadoso; el amor no tiene envidia, no es presumido, no es orgulloso, ni grosero, ni egoísta, ni altanero, ni vengativo, ni guarda rencor. El amor detesta las injusticias y se alegra en la verdad. El amor jamás dejará de existir.

¡Entiéndeme! Yo no me despedí. No le dije “que te vaya bien, que seas feliz”… Sólo me fui de su vida con la excusa del desengaño…

El amor nos brinda energía. ¡El que no ama, se marchita!

¡Yo quiero ser fuerte!

He analizado el trilema

La realidad no es sino el resultado de lo que deseamos

—Porque me importas, amigo… Eres obsesivo y vas a volver a enamorarte de alguien que puede perjudicarte… La idealización destruye, porque proviene de las fantasías ingenuas.
—Pero el amor fortalece porque emana del conocimiento y la voluntad… ¡Yo sólo quiero mirar de frente, otra vez, a la mujer que despertó ese deseo de superarme, y brindarle mi apoyo, como un acto de caballerosidad!

—¿Y ahora quieres dársela? ¿Cinco años después?
—Pecosa. ¿Por qué de pronto te veo tan enfadada?

Eras una chica hermosa, seductora, tierna… ¡hechicera! (en una palabra). Tus ojos fascinantes (tan parecidos a los de Bécquer), me hicieron caer en un abismo insondable de mítica esperanza.

Yo soy el único que te puede decir así.

—Tienes razón.

—¿Me has extrañado?

—Mmh —te llevaste un dedo a los labios—. Ha sido un tiempo difícil

Por si fuera poco, en el horizonte se dibujaban los trazos luminiscentes de una tormenta eléctrica.