Esta denigración voyeurística, la falta del menor destello de respeto por el sufrimiento humano, bien merece el calificativo de obsceno (sobre todo si en el segundo siguiente es reemplazada por la musiquilla alegre de una propaganda de cigarrillos). Naturalmente sabemos y respetamos que los medios de comunicación social de un modo altruista intenten así cumplir con su obligación honorable, social y sobre todo democrática de ilustrar a los ciudadanos...
Y por esto toda la «escena» —como se dice de un modo tan conspicuo— sirve a las mil maravillas para sugerir soluciones clarifinantes a millones de hombres.