Por qué cambié de opinión

¿Y qué hacer con todo aquello que había aprendido en la infancia? ¿Qué hacer con esa identidad tan clara y aún secreta para el mundo?

Cuando las personas a las que te dirigís no pueden devolverte más que una confirmación o una negación respecto a haber entendido lo que les estabas diciendo no se puede decir que haya habido comunicación.

Y años después, cuando entendí que el mundo que me importaba era el de la literatura, entré en ese mundo por las mías sin siquiera tener en cuenta que tal vez ese mundo era predominantemente de varones, como en efecto lo era.

creía, y sigo creyendo, que quien escribe lo hace con todo lo que lo constituye; su condición social, su locura, el color de su piel, sus desviaciones, y también el género al que pertenece

La curiosidad nos lleva a atrevernos a abrir puertas que debían permanecer cerradas.

vengué de su odio a mi manera.

Como cualquier hijo o hija de vecino, hacía literatura, buena o mala, y debían juzgarme por eso

“La curiosidad es la lujuria de la mente”, escribió tiempo después Thomas Hobbes. El infierno tenía reservaciones para los curiosos.

Ser curioso es resistir.

Le reconocí al uso de la fotografía el valor de un catalizador: aceleraba algo que ya existía y lo llevaba a un extremo,