Eso ya lo sabemos. Pero hablábamos de cómo se va a comparar la comida de una boda con la de un entierro. En la boda, ya ponen pollos, ya guajolotes, ya calditos, ya roscas de canela, mientras que en la del muerto ¡pan y ponche!, y bizcochos, si bien nos va. ¡Vieras cómo me acuerdo del día en que murió mi abuela! Yo estaba muy engreído con ella. ¿No lloras, niño? ¡Cómo que no lloro! Y lloraba yo, y me consolaba comiendo bizcochos espolvoreados de azúcar color de rosa… ¿Qué no has oído decir que los duelos con pan son menos?