Ana, La De La Isla

Temo que si hablo o me muevo toda esta magnífica belleza se desvanecerá como un silencio roto —suspiró ella.

Escribiría una historia de vez en cuando, pero no perseguiría a los editores con ella. Escribiría sobre personas y lugares conocidos; haría hablar a la gente con el lenguaje de todos los días; y dejaría que el sol siguiera su trayectoria normal sin darle demasiada importancia. Si tuviera que introducir en mi historia a un villano, le daría una oportunidad, Ana…, le daría una oportunidad.

Se había estropeado la belleza de sus sueños juveniles. ¿Continuaría adelante el doloroso proceso y todo se haría así de monótono y prosaico?

«¡Hay tanto en el mundo para nosotros, si tenemos los ojos para verlo, el corazón para amarlo y las manos para acercárnoslo, tanto en hombres y mujeres, en arte y literatura, tanto en todas partes con que deleitarnos y de lo cual quedar agradecidos!».

Gilbert la acercó y la besó.

Sólo te quiero a ti. Ya ves que soy igual que Phil al respecto. Los diamantes y los salones son muy hermosos, pero hay más «campo para la imaginación» sin ellos. Y en lo que se refiere a la espera, no importa. Seremos igualmente felices esperando y trabajando uno para el otro y soñando.

Sólo te quiero a ti. Ya ves que soy igual que Phil al respecto. Los diamantes y los salones son muy hermosos, pero hay más «campo para la imaginación» sin ellos. Y en lo que se refiere a la espera, no importa. Seremos igualmente felices esperando y trabajando uno para el otro y soñando.

Junto a la rosa del amor, el capullo de la amistad resultaba descolorido.

Hace dos años te hice una pregunta, Ana. Si la vuelvo a hacer, ¿me darás otra respuesta

Yo sé lo que quiero. El problema está en que varía, y entonces tengo que empezar a comprenderlo todo otra vez