ante las dificultades son, pues, las notas distintivas del antiguo estoicismo y lo que más puede servir al hombre de hoy y de siempre, azacaneado por incesantes turbulencias. No es fácil seguir siendo uno mismo cuando todo se transforma, en momentos de gran mudanza de fortuna. Y es especialmente complejo mantener la tranquilidad de ánimo y el equilibrio en medio de los muchos reclamos que requieren constantemente nuestra atención. Todo eso, nos dice el estoicismo, son turbaciones ajenas a nuestro centro, de las que conviene liberarse cuanto antes para ser nosotros mismos y tomar el control, en un movimiento centrípeto de meditación y autoconciencia. Es difícil mantener un yo firme en una época atormentada, pense