Entre sollozos y lágrimas, pregunta por qué ella no le contó la verdad.
—¿Cuál de ellas, mi amor? La de tu madre, la mía, la de tu familia, la que querías oír, la verdad del General… ¿Cuál de ellas? —pregunta Juliana, para continuar de inmediato—. La vida no se controla. Te me apareciste aquí qué sé yo cómo. Aquí mismo en esta casa. ¿Te crees que no oía mi nombre en la radio? No quería despertar el pasado. Después, contigo aquí, sentí que para limpiar mi culpa tenía el deber de ayudarte.