En consonancia con sus efectos sobre los vínculos, la oxitocina inhibe la amígdala central, suprime el miedo y la ansiedad, y activa el «calmado y vegetativo» sistema nervioso parasimpático. Además, la gente con una variante del gen que codifica para el receptor de oxitocina asociada con una mayor sensibilidad parental también tiene menos respuesta cardiovascular al sobresalto. En palabras de Sue Carter, la exposición a oxitocina es «una metáfora fisiológica de la seguridad».