Por eso, desde el feminismo, de un tiempo a esta parte se empezó a hablar de criticar el amor romántico, no para que se pierda el romanticismo –el poco romanticismo que le queda a nuestra sociedad–, sino para revisar esa forma del amor basada en la dependencia, la espera, la demostración y otras formas de las puesta a prueba que hoy implican un sufrimiento distinto para las mujeres.