depresivo no tiene fuerzas para el suicidio soberano. Su suicidio no sería una expresión de afirmación vital. Más bien se vería obligado a ello porque la vida le resulta vacía, absurda e insoportable, porque está cansado y agotado, porque ya no puede producir, ya no puede darse tono. Comete suicidio como una negación de la vida. No es una muerte voluntaria, sino una muerte forzosa, una muerte por agotamiento. Una muerte así solo es posible dentro del régimen de producción neoliberal.