. El Portador del Anillo parte ahora en busca de la Montaña del Destino. Toda responsabilidad recae sobre él: no librarse del Anillo, no entregárselo a ningún siervo de Sauron y en verdad no dejar que nadie lo toque, excepto los miembros del Concilio o la Compañía y esto en caso de extrema necesidad. Los otros van con él como acompañantes voluntarios, para ayudarlo en esa tarea. Podéis detenernos, o volver, o tomar algún otro camino, según las circunstancias. Cuanto más lejos lleguéis, menos fácil será retroceder, pero ningún lazo ni juramento os obliga a ir más allá de vuestros propios corazones, y no podéis prever lo que cada uno encontrará en el camino.