Con una mezcla de ternura, ironía, melancolía, acidez y sentido del humor, el filósofo relata la historia de su vida, o más bien “lo que el tiempo ha hecho conmigo”, como él prefiere describirlo. La primera parte se ocupa de su infancia en San Sebastián, la etapa más feliz de su vida, que llega hasta los doce años cuando su familia se trasladó a Madrid. La segunda recoge sus recuerdos de adolescencia y primera juventud, hasta la muerte de Franco, cuando Savater contaba veintiocho años. La tercera parte abarca hasta hoy mismo, y se centra en su compromiso político, pues “hacer política cuando la democracia está amenazada es precisamente la primera obligación de una conciencia sana”.