Bruna

Locura es hacer la misma cosa una y otra
vez esperando obtener diferentes resultados.

Einstein

Nunca debió pensar que le sobraría tiempo para hacer nuevos amigos. Pero lo pensó y la desilusión no hace sino incrementar su malestar.

¿Tú? Aquí conmigo. Me quedan trece millones y medio de minutos hasta que me jubile y voy a pasar la mayor parte de ellos contigo. ¿No te es suficiente?
—Depende —respondió ella con su rostro congestionado, no por el calor de la olla sino por la ebullición de su sangre, que hervía más rápido que el caldo de pollo.

Bruna no le dio tiempo a apagar el fuego, su caldo de pollo se desbordaba a la par que sus ojos.

Cuando Carlos entró por la puerta, Bruna se lanzó a sus brazos. Él la abrazó con cierto alivio porque había pasado toda la mañana imaginando el mal humor que tendría Bruna al haber pasado sola toda la mañana maquinando quién sabe qué

Hace tiempo que Carlos no se detiene un minuto a pensar en lo que ha dejado de hacer porque ni siquiera tiene ese minuto necesario.

¿Por qué le daría al estúpido de su compañero de instituto un beso con lengua? La lengua siempre tiene la culpa de todo. «La tragedia comienza por la lengua» piensa. La lengua es la culpable, definitivamente. Culpable de decir, culpable de no decir, culpable de mordérsela cuando debería soltarla y culpable de soltarla cuando debería mordérsela

Bruna comienza a pensar y solo tiene recuerdos de su infancia. ¿Es que solo ha sido feliz en su infancia? Sí. Desde que comenzó su vida sentimental todo ha sido una frustración y un desengaño.

¡Qué horror! Se da cuenta de que su ropa está asociada a algún momento que quisiera olvidar

tiempo se reduce a la nada cuando se desea que pase de largo y nos deje en paz con nosotros mismos. Pero a Bruna el tiempo le ha pasado pavoneándose en su cara, haciéndole muecas desagradables de burla y desprecio.