Clases de literatura argentina

En América no hay destino.

Y su literatura está constituida por obras que no serían consideradas literatura en otros lugares del mundo.

A América, sostiene Martínez Estrada, no llegaron los valores básicos, fundantes de la cultura española, cristiana y barroca, sino que llegó la escoria social, una caracterización que aparece en los primeros capítulos y se reitera cada vez que alude a los actores y protagonistas de la conquista de América y, por lo tanto, de la conquista del Río de la Plata.

Excepto el retrato del militante Carranza, los demás son retratos de vidas sin dramatismos, centrados en la cotidianidad.

Para Sartre, el maniqueísmo es aquella posición que, para fundamentar el yo, quita fundamento al otro.

virtudes de Viñas como escritor están en el exceso y no en el cuidado; pero en esta novela hay un cuidado estilístico que busca resolver el problema de la primera persona, de verosimilizar el discurso de una primera persona.

Es cierto que Valéry es un pequeño burgués, pero no todo pequeño burgués es Valéry”.

Creo que estos dos adjetivos que Borges elige atribuir a (o tomar de) De Quincey definen su propia perspectiva: una perspectiva de leer siempre lo no importante, de no leer lo literal, de leer aquello que no se lee, y una perspectiva fragmentaria, en un libro esencialmente fragmentario como es Evaristo Carriego.

David Viñas, Josefina Ludmer, Ramón Alcalde, Beatriz Sarlo, Enrique Pezzoni, Beatriz Lavandera, Noé Jitrik, Eduardo Prieto, María Teresa Gramuglio, Nicolás Rosa, Eduardo Romano, entre muchos otros, ingresaron como profesores de la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras

“Me parece peligroso” –afirmaba Beatriz Sarlo en esos años–
que un universitario no pueda, dicho sea entre comillas, “perder su tiempo” dedicándose a pensar la política, la cultura, los medios de comunicación, los sectores populares. Que la crítica literaria sea un discurso autosuficiente me parece sumamente peligroso. Los grandes críticos de este siglo no han ejercido este discurso, si es que los grandes críticos son para nosotros Auerbach, Sartre, Roland Barthes, Bajtín.[2]