El color de las cosas invisibles

La única excusa válida
para no vivir es estar muerta.

Y los dos lo hacemos en los recuerdos. Porque eso somos. Pese a todo. Un puñado de recuerdos que nunca archivamos, a la espera de que algo, cualquier mínima oportunidad de cruzarnos de nuevo, los haga regresar hasta el presente.

«Hoy estamos aquí, Rain. Tú y yo. Y ese casi que nunca llegamos a ser».

—Tú aún me pareces muchas cosas.

Una noche en la que hablamos de su relación, de mis miedos y nos dijimos «te quiero» del modo más triste posible, porque lo hicimos con pena y despecho. Una noche en la que nos despedimos sin decirnos adiós.

Hoy deseo que la magia de las pequeñas cosas me roce y parecerme un poco más a ella.

Recuerda, Rain: La única excusa válida

para no vivir es estar muerta.

Así que hazlo.

Ríe. Llora. Sueña. Baila. Grita. Salta. Ama.

Vive.

Siempre contigo, mamá.

P. D.: ¡Cuida del jardín!

Aquí te regalo una última excusa.

Puedo leértelo. O puedo estar a tu lado cuando te sientas preparada para conocer el final de la historia. Puedo hacer lo que tú quieras, Rain, pero estoy cansado de correr.

Ahora solo quiero quererte.

Con amor, Jack.

Sonaba There She Goes de The La’s de fondo cuando Jack se giró. Nos miramos unos segundos hasta que se disculpó con sus acompañantes y se dirigió a mi encuentro.

«Ahí fuera los demás se mueven, Cordelia».

«Ahí fuera la vida sigue, Cordelia».

«Ahí fuera las oportunidades no siempre te encuentran una, dos o tres veces, Cordelia».

Me encanta que sepas cosas como esa. Muchas veces me pregunto cuánto te guardarás solo para ti. Qué parte del mundo no compartes. Qué tiene uno que hacer para que le invites a tu universo, emperatriz.