La próxima vez que te vea, te mato

–«Los pobres son pobres porque quieren», decimos en Chile –comenté una de las últimas noches de búsqueda.
–Igual en Perú.
–Es que acabo de darme cuenta de que es cierto. Los únicos que de verdad saben querer son los pobres. Son pobres porque quieren.

Si algo aprendí en el último año, es que lo mejor que puedo hacer es desconfiar de mí misma

las personas llegan tarde porque son optimistas y siempre creen que gastarán menos tiempo en hacer las cosas

Para terminar de convencerla de que acabe con su vida: el mundo no se detiene por ti.

el cosquilleo se parece a la electricidad y a mí siempre me han gustado los rayos de las tormentas

Si algo aprendí en el último año, es que lo mejor que puedo hacer es desconfiar de mí misma

–Ya, a mí también me da miedo ser normal...

Yo odio a la gente que no deja sufrir en paz y va soltando recomendaciones «sensatas», pero ahí estaba, actuando los diálogos infernalmente tibios de Forrest Gump otra vez.
Además, por la nula reacción del señor, bien podría haber gastado mi saliva en algo igual de gratuito, pero más interesante como: «Héctor, príncipe troyano de la Ilíada, dijo a su esposa: “El destino ya está escrito. Si voy a morir en la guerra, prefiero ser valiente a cobarde”»

vale la pena vivir si alguien te ama, quise decir para apoyar sus palabras. Pero me contuve porque probablemente el señor no estaba familiarizado con la letra de Lana del Rey.

Sentí como si no tuviera el derecho o como si necesitara una visa especial para consolar a los autóctonos.