La próxima vez que te vea, te mato

–«Los pobres son pobres porque quieren», decimos en Chile –comenté una de las últimas noches de búsqueda.
–Igual en Perú.
–Es que acabo de darme cuenta de que es cierto. Los únicos que de verdad saben querer son los pobres. Son pobres porque quieren.

Expectativas, la propia palabra sonaba extraña, remota. Como si tenerlas fuese de por sí una expectativa demasiado alta.

–La vida es absurda. La muerte. Nada tiene sentido, excepto ponerse bloqueador.

Laura dice que las personas llegan tarde porque son optimistas y siempre creen que gastarán menos tiempo en hacer las cosas

que también tenían algo de jardinería. Y, finalmente, sentados en juegos para

qué significaba la crítica al lado de mi madre?
«Lindo el audio de Sc

Partida falsa.» El concepto habría sido útil para explicarle a Manuel cómo fue escribir mi primera novela: nadar agónicamente por una idea que era un

probablemente porque hasta nuestra cerveza sabe a colonialismo).

decía que la cigüeña se había equivocado al tirarla en una familia de alcohólicos de una población miserable. Sí, las cigüeñas cometen errores. Pero ta

Pero creí que me lo merecía. De verdad creí que me merecía Europa. El primer mundo, aunque fuera el pedacito más al sur del hemisferio de bienestar. Sé que sueno tiernamente aspiracional. Tal como cuando mi mamá