vida. Yo, mujer, era culpable, hiciera lo que hiciera, era culpable en lo más profundo, por el simple hecho de tener un cuerpo distinto, un sexo distinto, por haber mantenido en el tiempo una relación errónea y visceral con la oscuridad, con la sangre, con las fuerzas incontrolables del sexo y el nacimiento.